Pasiones Leila: Un viaje sin sentido
Leila viaja de manera insensata, sin un destino fijo en mente. Se sube a trenes sin saber a dónde la llevarán, se embarca en barcos sin tener un puerto de llegada en sus planes. Esta falta de control le produce un terror paralizante, pero al mismo tiempo le proporciona una euforia inigualable. Ama la sensación de desconocer lo que le espera, es adicta a la incertidumbre.
La lectura como un acto suicida: Pasiones Leila
Del mismo modo, Leila lee de forma suicida. Se sumerge en las páginas de los libros con fervor y voracidad, sin importarle las consecuencias. La lectura es su puerta de escape a otros mundos, su forma de evadir la realidad y también de enfrentarse a ella. Al abrir un libro, experimenta el mismo pánico y la misma euforia que cuando se sube a un tren. Y es que para ella, cada libro es un viaje, uno que sabe cuándo comienza pero nunca cuándo ni cómo terminará.
El pánico y la euforia: dos caras de una misma moneda
Podría decirse que en esta vida que ha elegido — una vida de viajes imprevistos y lecturas insaciables — Leila ha venido a entender algo fundamental: el pánico y la euforia son dos caras de la misma moneda. No pueden tener una cosa sin la otra. El pánico es el precio a pagar por la euforia, por la emoción del desconocido. Pero a pesar del miedo, o quizás debido a él, Leila sigue adelante.
Continúa subiéndose a trenes sin destino y embarcándose en libros sin final previsible. Continúa viajando de manera insensata y leyendo de manera suicida. Porque a pesar de todo, no hay nada que Leila ame más que la sensación de estar viva, de explorar nuevas fronteras tanto en el mundo como en las páginas de un libro. Y cada viaje, cada lectura, es un recordatorio constante de esa vitalidad.