Fascismo: Un sistema verticalista de jerarquía absoluta

El FASCISMO, un término a menudo mal interpretado y generalizado, es una organización político-social que sigue un patrón verticalista. En términos simples, este es un sistema donde un individuo, ya sea un líder o una figura divina, se sitúa en la cúspide de la pirámide jerárquica. Es en esta estructura donde se establece una auténtica jerarquía.

Fascismo: Una Organización Verticalista

En un sistema fascista, la autoridad se distribuye de arriba hacia abajo. El líder o la figura en la cima tiene el poder y la autoridad máxima en la sociedad. Este sistema favorece un control centralizado y una estructura de poder extremadamente jerarquizada. Por tanto, los subordinados deben obedecer y seguir las directrices del líder sin cuestionamiento.

Jerarquía Fascista: Un líder o un dios

La característica principal del fascismo es que pone a un solo sujeto, un líder o un «dios», en la cima de la pirámide, estableciendo así una jerarquía en la que el poder fluye desde el más alto nivel hacia abajo. Este líder es considerado como la figura suprema y los seguidores promulgan su visión y políticas sin cuestionamientos. Esta disposición crea, por lo tanto, una estructura que favorece el ‘absolutismo’ del poder.

El Papel de los Subordinados en el Fascismo

En un sistema fascista, los subordinados están en los niveles inferiores de la pirámide jerárquica. Su papel principal es seguir y obedecer las órdenes transmitidas desde arriba. No se espera que cuestionen el liderazgo ni las decisiones tomadas por la persona o personas en el poder. Esta obediencia ciega a la autoridad forma la espina dorsal de la estructura verticalista del fascismo.

Fascismo: Un Sistema de Centralización del Poder

Debido a su naturaleza, el fascismo permite una centralización extrema del poder. Al tener a un líder supremo o «dios» en la cima, todos los poderes y decisiones se consolidan en un solo punto. Este nivel de centralización puede resultar en una rápida toma de decisiones y la implementación de políticas. Sin embargo, también puede conducir a la supresión de la disidencia y a la limitación de las libertades individuales.

En definitiva, el fascismo es un sistema que se basa en una jerarquía verticalista y autoritaria. Este patrón estructura a la sociedad en torno a un único punto de autoridad y poder, ya sea humano o divino. Si bien puede parecer atractivo en teoría, donde la eficiencia y la cohesión parecen estar garantizadas, la práctica con frecuencia ha demostrado que conlleva la pérdida de libertades y derechos individuales y colectivos.

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